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La música y los niños: los beneficios de la estimulación musical

29 de enero de 2019

¿Has probado a ponerle música a tu bebé? Las reacciones son sorprendentes. Por todos es conocida la capacidad de la música para calmar a los bebés y a los niños. No en vano las nanas son el método más infalible que existe para inducirles al sueño.

Pero no solo tiene un efecto calmante. La música y los niños son un binomio perfecto. Les encanta escucharla y en cuanto pueden se dejan llevar por el ritmo y bailan.

Los recién nacidos llegan al mundo con el sentido del oído muy bien desarrollado. Mucho más que la vista. De hecho, ya son capaces de oír desde el útero materno y cuando nacen son capaces de reconocer el sonido de la voz de su madre y el de los latidos de su corazón, que tienen para ellos un efecto calmante inmediato porque les ofrecen seguridad.

La música es una de las formas de estimulación más potentes que tenemos en nuestra mano para la primera infancia. Por eso te recomendamos que permitas a tu peque disfrutar de la música todo lo que puedas y que le enriquezcas haciéndole escuchar distintos tipos de canciones, ritmos o instrumentos. Mejor aún si puedes apuntarle a clases de estimulación musical para bebés y después para niños. Aprenderá mucho más que a tocar un instrumento.

Los beneficios de la música para el desarrollo físico e intelectual de los niños son múltiples. Te resumimos algunos de los más importantes.

Estimula el cerebro: el razonamiento y la resolución de problemas

Está demostrado que la música estimula la parte del cerebro que está dedicada al razonamiento lógico, la resolución de problemas prácticos o los números. Por eso los niños que no solo escuchan música sino que la estudian y aprenden solfeo tienen más facilidad para las matemáticas, entre otras disciplinas vinculadas. Es uno de los grandes beneficios de la música para los niños.

Aprenden a interpretar el ritmo, a descifrar las notas y a conocer su duración. Y esto tiene una repercusión directa en el desarrollo de la parte derecha del cerebro.

Mejora la memoria, la atención y la concentración

Escuchar música anima a los peques a aprender ritmos y letras de canciones para después reproducirlos. Esto requiere trabajar la atención y la concentración y sobre todo la memoria.

Ayuda a desarrollar el lenguaje y la comunicación

Los textos rimados se han utilizado siempre para ayudar a los niños a aprender nuevas palabras y conceptos, porque está demostrado que a los peques les es más fácil asimilarlos de esta forma. Las canciones con letra no son más que textos rimados y ayudan a los niños a adquirir un vocabulario más rico, que se fija mejor en su cerebro.

De ahí que existan canciones tradicionales para trabajar todo tipo de conceptos y palabras, como los colores, el abecedario o las tablas de multiplicar, por ejemplo. Otro de los grandes beneficios de la música para los niños.

Además, la música es, en si misma, una forma de comunicación. Permitir a los peques que jueguen y experimenten con los instrumentos y creen sus propias melodías les ayuda a expresarse de una forma diferente al lenguaje hablado, lo que les enriquece.

Mejora el ritmo, el equilibrio y la coordinación

Es difícil que un niño pequeño escuche música y no sienta el deseo natural de moverse a su ritmo y bailar a su modo. A los adultos nos hace mucha gracia ver cómo bebés de pocos meses mecen sus cuerpos al escuchar una melodía.

Bailar está estrechamente vinculado a la música y es un ejercicio estupendo para desarrollar la motricidad gruesa y trabajar el ritmo, el equilibrio y la coordinación entre las distintas partes del cuerpo.

Algo que se consigue también al tocar un instrumento musical.

Desarrolla la creatividad y la imaginación

La música es un arte y todos los niños deberían poder experimentar con todo tipo de formas artísticas, porque es la mejor forma de que desarrollen su creatividad y su imaginación.

Poner un instrumento musical en manos de un niño u ofrecerle la posibilidad de que elija entre distintas melodías, estimula su parte más creativa. Podemos empezar por ofrecerles instrumentos sencillos de percusión, que son los que mejor manejan y los más sencillos de tocar, para después ir probando con los de viento y de cuerda. Te sorprenderá ver cómo enseguida son capaces de seguir un ritmo determinado o de crear sencillas melodías repitiendo determinados patrones.

Además, es estupendo ver cómo las diferentes artes se interrelacionan y potencian entre sí. Escuchar música mientras pintan, por ejemplo, estimula y abre su cerebro a la creación pictórica.

Favorece la socialización

Escuchar, tocar o bailar música en grupo es una estupenda actividad social. Entre otros muchos beneficios de la música, ésta fomenta las relaciones y rompe barreras como la timidez. Los niños se dejan llevar con facilidad por la música y puede utilizarse como base para la realización de distintos juegos grupales que favorezcan el conocimiento de los demás y el desarrollo de las distintas aptitudes sociales.

Ayuda a establecer rutinas

El ritmo es el mejor aliado de la rutina. Si acostumbramos a los niños a escuchar determinado tipo de música en cada momento del día, acabarán por vincular esa música a ese momento, lo que les ayudará a preparar a su cerebro para una actividad en concreto. Por ejemplo, la entrada en la escuela, la hora de comer, de pintar o de dormir.

Contribuye a la autoestima y la expresión de las emociones

La memorización y repetición de canciones sencillas es uno de los primeros aprendizajes de los que los niños se pueden sentir orgullosos. Sentir que son capaces de recordar una canción y de cantarla junto a otros niños o con sus padres, desarrolla su autoestima en la primera infancia.

Más adelante, esta autoestima se afianza también al aprender a tocar un instrumento o a descifrar una partitura.

Por otro lado, la música es un estupendo canal para hacer aflorar las emociones tanto de los niños como de los adultos. Hay melodías o canciones ante las que es imposible no emocionarse, otras que nos provocan la risa, otras que nos hacen recordar algún momento concreto de nuestras vidas. A los niños les ocurre igual, por eso se utiliza mucho como herramienta para trabajar las emociones con los peques.

Escuchando distintos tipos de música podemos estimular a los peques a que expresen las distintas emociones que les provocan. Así aprenderán a diferenciarlas y a hablar sobre ellas. Hay que tener en cuenta que una buena educación emocional es básica para el desarrollo de una autoestima fuerte y una personalidad equilibrada.

¿Cómo puedes hacer que tu peque experimente los beneficios de la música? Te damos algunas claves:

  • Haz que escuche música desde pequeño. Ayúdale a desarrollar una buena cultura musical exponiéndole a distintos tipos de música: clásica, pop, rock, ópera… No te limites a las canciones infantiles. Están muy bien y a los peques les encantan, pero la riqueza será mucho mayor si las alternas con otro tipo de melodías o canciones.
  • Incluye instrumentos musicales adaptados entre sus primeros juguetes. A todos los niños les encanta crear música. Por eso uno de los juguetes clásicos preferidos por bebés de todos los tiempos son los sonajeros. También puedes ofrecer a tu bebé maracas, huevos musicales, panderetas, tambores, triángulos, carracas, castañuelas, xilófonos, palos de lluvia… Y más adelante empezar con las flautas, pianos, guitarras y todo tipo de instrumentos. Aprender a tocar instrumentos debería ser una parte fundamental de la educación de todo niño, por lo mucho que les aporta.
  • Baila mucho. Nada le hace más feliz a un peque que bailar por toda la casa con su madre o su padre. Así que quítate complejos de encima y baila con él o ella todo lo que puedas. Ambos liberaréis energía y generaréis endorfinas. Os lo pasaréis de miedo y por el camino tu peque trabajará la psicomotricidad, el equilibrio, el ritmo, la coordinación y la imitación.
  • Apunta a tu peque a clases de estimulación musical. Existen grupos específicos para bebés de pocos meses en adelante. A los peques les encanta. Hacen actividades de todo tipo para ayudarles a captar distintos ritmos y reproducirlos o a trabajar las distintas emociones. Son estupendos. A partir de los tres años, ya existen clases más formales de educación musical, en las que empiezan a trabajar con los instrumentos. Si puedes permitírtelo y a tu peque le gusta la música, lo ideal es que mantengas este tipo de clases el mayor tiempo posible, al menos durante la infancia, para que tu peque se beneficie de todo lo que puede aportarle la música.

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